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Certification and Neoliberal Governance: Moral Economies of Fair Trade in the Eastern Caribbean

American Anthropologist / The American Anthropologist

Published online on

Abstract

Many consumers and food‐justice activists regard Fair Trade as a moral alternative to markets dominated by corporate agribusiness. Fair Trade frames producer–consumer relationships in the language of reciprocity and justice rather than the impersonal logic of the market. Despite its moral economy discourse, the movement embodies neoliberal assumptions that regulation and development should occur through the realm of consumer choice rather than state intervention. To receive the higher prices that Fair Trade promises, farmers are subject to certification processes that heavily regulate their planting practices and development priorities. Here I explore the contrasting views of economic morality held by Fair Trade organizations and Caribbean banana farmers. Farmers do not view Fair Trade in terms of the lofty values of social justice and reciprocity animating the movement's discourse. Rather, they operate with a working definition of economic morality similar to those elucidated by E. P. Thompson, James Scott, Marc Edelman, and others who have examined peasant and worker responses to injustice. From farmers’ points of view, compliance with Fair Trade certification should at least enable them to persist in agriculture. As Fair Trade prices have fallen while surveillance of their working lives has increased, many regard this notion of economic morality as increasingly violated. Muchos consumidores y activistas de justicia alimentaria consideran el comercio justo como una alternativa moral a mercados dominados por corporaciones de agronegocios. El comercio justo enmarca la relación productor‐consumidor en el lenguaje de reciprocidad y justicia en vez de la lógica impersonal del mercado. A pesar de su discurso de economía moral, el movimiento representa las asunciones neoliberales sobre que la regulación y el desarrollo deben ocurrir a través de la esfera de la elección el consumidor más que por la intervención del estado. Para recibir los precios más altos que el comercio justo promete, lo agricultores están sujetos a los procesos de certificación que intensamente regulan sus prácticas de siembra y prioridades de desarrollo. Exploro aquí los puntos de vista contrastantes de moralidad económica sostenidos por las organizaciones de comercio justo y productores de bananos del Caribe. Los agricultores no ven el comercio justo en términos de los nobles valores de justicia social y reciprocidad que animan el discurso del movimiento. Más bien, ellos operan con una definición de moralidad económica que esta siempre cambiando, similar a aquellas dilucidadas por E. P. Thompson, James Scott, Marc Edelman, y otros que han examinado las respuestas de campesinos y trabajadores a la injusticia. Desde el punto de vista de los agricultores, conformidad con la certificación del comercio justo debe por lo menos posibilitarles persistir en la agricultura. Como los precios del comercio justo han caído mientras la vigilancia de su vida de trabajo se ha incrementado, muchos miran esta noción de moralidad económica como crecientemente infringida.